martes, 22 de julio de 2008

Me voy pal' norte

Toda contenta iba llevando ladrillitos para la casa. Hacía cuatro años era capaz de llevar carretillas enteras pero ahora los tenía que arrastrar de a uno. Un día veía un agujero pero lo cubría con algo de mezcla, al día siguiente una grieta. Y al techo... al techo no se llegaba más. Se paraba en el medio de la construcción y miraba arriba; el cielo estrellado inalcanzable y claro. Todos, todos los días, de a uno, de a uno.

¿Qué pasó después de la gran tormenta? quizás se preguntan todos. Nada, obviamente. Ella se levantó sólo para ver que lo que había quedado de su proyecto estaba demolido completamente hasta los cimientos. Nisiquiera la cocina que era la parte más fuerte había resistido. Llorar, enojarse, gritar, todas cosas que quiso hacer pero ya no tenía sentido. Adentro había quedado vacía porque todo lo que tenía había ido a parar a esa construcción sin darse cuenta: sus sueños e ilusiones, anhelos, esperanzas, planificaciones. Ya sin todas esas cosas no le quedaba nada... nisiquiera tristezas o lágrimas. Vagó varios días por el lugar. Los días se hicieron meses. La tierra bajo sus pies era gredosa y fría, se sentía vulnerable y así se mostraba ante los demás. Muchas de las personas de la aldea se rieron sin más y siguieron con sus ocupaciones. Otras se compadecieron pero al tener que arreglar sus propias casas intentaron ayudarla hasta donde los recursos se lo permitieron. De todas formas, cualquier clase de ayuda fue inútil quizás porque había perdido hasta la capacidad para mirar al resto de la gente. Después de andar por tanto lodazal volvió al lugar con cierta determinación. Ni la lástima ni los arrepentimientos le servían ya. Toda sucia y desgarbada pero con el ánimo firme se plantó en medio, miró hacia el cielo y una luna gigante brilló como nunca lo había hecho antes.

29/07... NOA
allá voy!

1 comentario:

mazzu dijo...

comento ahora pero leo después :P soy un vago!