martes, 29 de marzo de 2016

Marzo.
Ato las tiras de la mochila
como en cámara lenta
mientras el sol perezosos entra
por los visillos de la persiana semiabierta.
Aseguro, ato fuerte,
me corro un mechón
de pelo y
lo pongo atrás de la oreja.

Levanto la mochila y la calzo.

Como entre polvillo o
nube o
niebla voy
a la puerta
y el sol que sigue entrando,
ahora por debajo
y por el quicio de la puerta
me apabulla cuando abro.
Un sonido ensordecedor,
que es el silencio
de esa claridad.

Cerré la puerta y atrás
quedó la cama sin hacer,
la ropa colgada en el baño,
en medio de esa suspensión y del sopor
de la tarde
de Marzo.