domingo, 29 de noviembre de 2009

A pleno llanto. Oliverio Girondo. Persuasión de los días.


"Llorarlo todo.
pero llorarlo bien"

Espantapájaros

Y entretanto lloremos
tomados de la mano.

Lloremos. ¡Sí! Lloremos
amargo llanto verde,
sustancias minerales,
azufre, mica, arena,
cristales fracasados,
humilladas tachuelas,
ardientes lagrimones
de lacre derretido.

Lloremos junto al humo,
desnudos, entre ruinas,
en medio de la calle,
de la sangre, del lodo,
debajo de la tierra,
en el agua, en el aire,
entre mástiles rotos
y piernas amputadas.

Que se abran las esclusas
del reprimido llanto
y lloremos, a gritos
estentóreos, salvajes,
el mentón tembloroso,
sin compás, ni guitarra,
las mejillas chorreantes,
los párpados acuosos.

Lloremos la familia,
el vino derramado,
las momias, la victoria,
las plazas desoladas,
la usura, el terciopelo,
el pan de cada día,
las noches gemebundas,
las muertas catedrales.

Lloremos por las uñas,
por los pies, por los dientes,
lacios chorros tranquilos
de lágrimas salobres,
murmurantes arroyos
que enternezcan las piedras,
cataratas de llanto
de estruendosos modales.

Lloremos y lloremos,
impudorosamente,
sin tregua, ni descanso,
durante largos años,
por más que estalactitas
de lágrimas espesas
ericen las riberas
de nuestros lagrimales.

Lloremos, con la lluvia,
un llanto monocorde
que anegue la codicia,
el pasto, las heridas;
nos limpie la garganta,
el alma, los bolsillos,
traspase la tristeza,
la angustia, la memoria.

Lloremos. ¡Ah! Lloremos
purificantes lágrimas,
hasta ver disolverse
el odio, la mentira,
y lograr algún día
-sin los ojos lluviosos-
volver a sonreírle
a la vida que pasa.

viernes, 20 de noviembre de 2009

18. Oliverio Girondo. Espantapájaros

Llorar a lágrima viva


Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.

Abrir las canillas,
las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma,
la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.

Asistir a los cursos de antropología,
llorando.
Festejar los cumpleaños familiares,
llorando.
Atravesar el África,
llorando.

Llorar como un cacuy,
como un cocodrilo...
si es verdad
que los cacuyes y los cocodrilos
no dejan nunca de llorar.


Llorarlo todo,
pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz,
con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo,
por la boca.

Llorar de amor,
de hastío,
de alegría.
Llorar de frac,
de flato, de flacura.
Llorar improvisando,
de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!

martes, 17 de noviembre de 2009

Sequía

Recuerdo que la sequía comenzó en 2007. Me llamaba la atención que hubiéramos tenido un año tan seco. Por supuesto yo, y en contraposición, me dediqué a hacer un exagerado y desmedido despilfarro de lágrimas. Lloraba en todos lados y de forma abundante, a los gritos y en silencio, de manera abierta y disimulada. Lloré en mi casa y en lugares públicos. En la 319 y en camas ajenas. Lloraba las idas y los regresos y si estaba muy conmovida también lloraba el trayecto. Lloré en el baño, en la cocina y todavía me asombro de que mi cama no se haya convertido en una masa deforme de moho y algas... puesto que es ahí donde más lloro.
Desperdicié lágrimas por pavadas pero también por cosas graves. Lloré por otros y por mí misma. Lloré y relloré hasta quedarme cansada y no tener más ganas. Lloré luego de descansar de la última vez que había llorado. Lloré con mi psicóloga y cuando yo pensaba que estaba feliz y no entendía por qué lloraba. Seguí llorando hasta el sinsentido, hasta preguntarme realmente por qué estaba llorando. Me preocupé por mi llanto prolongado y consideré la deshidratación y hasta la depresión. Lloré con ganas y sin ellas. Muchas veces cuando no lloraba, también tenía ganas de llorar.
Lloré de odio, lloré de angustia y desesperación, lloré de desorientación y por confundirme. Lloré y lloré hasta los sollozos que se ahogaban a ellos mismos porque su vida era efímera.
Tanto despliegue de humedad por mi parte y el dique está seco!
Sin embargo cada lágrima no la pude evitar y aún me quedan unas cuantas. Tam es así, que, con su permiso, me voy a retirar a mi habitación...

viernes, 13 de noviembre de 2009

HIgh and dry. Radiohead

Two jumps in a week,
I bet you think that's pretty clever, don't you boy?
Flying on your motorcycle,
watching all the ground beneath you drop
You'd kill yourself for recognition,
kill yourself to never, ever stop
You broke another mirror,
you're turning into something you are not

Don't leave me high, don't leave me dry

Drying up in conversation,
you'll be the one who cannot talk
All your insides fall to pieces,
you just sit there wishing you could still make love
They're the ones who'll hate you
when you think you've got the world all sussed out
They're the ones who'll spit on you,
you'll be the one screaming out

Don't leave me high, don't leave me dry

Oh, it's the best thing that you ever had,
the best thing that you ever, ever had.
It's the best thing that you ever had,
the best thing you have had has gone away.

Don't leave me high, don't leave me dry

martes, 10 de noviembre de 2009

Entrada inexistente

Damnatio memoriae es lo que se practicaba en las culturas de las sociedades antiguas para borrar de la historia oficial a personas que habían caído en el descrédito popular, fueran gobernantes (mayormente), militares o todo aquel que había tenido la mala suerte de estar en el lugar equivocado en un momento inoportuno luego de haber hecho la cosa menos recomendable para hacer dadas las mismas circunstancias. Desde los egipcios hasta los romanos y, más acá del charco, los incas, esta práctica fue ampliamente utilizada, en mayor medida, por el estado, de acuerdo a las conveniencias de los reyes, emperadores, faraones y/o hijosdelosdioses de turno. Por lo tanto, miles de estatuas fueron derrumbadas, cientos de nombres, tachados de los libros de los historiadores e innumerables rastros de las existencias de estas personas poco favorables a la opinión popular, quemados, enterrados, desaparecidos. Los arqueólogos e investigadores saben que hubo o existió algo que se quiso omitir. A veces se sabe qué o quién fue, otras ocasiones se sospecha. La marca del olvido está, existe, por lo que la intención de que no perviviera lo anulado no se cumple… en parte.
Por supuesto que esta es una necesidad social. Y a manera más microcéntrica, creo que todos pasamos por personas y por períodos de nuestra vida que queremos olvidar y a su vez, podemos haber intentado ser olvidados por alguien más. Imagínense esto; alguien parado al lado de una mesa en la que hay tres sillas; dos con personas sentadas leyendo y una con mochilas. Piensen en que esa persona ha estado parada, digamos, una cantidad de tiempo suficiente como para dar a entender con esta actitud, que alguna de estas dos personas que, vamos a decirlo también, son conocidos y quizás hasta amigos, tenga la deferencia de apoyar las mochilas en el piso para que él pueda ocupar el lugar. Ahora imaginen a este personaje teniendo que desistir de su intento y sentarse en otro lado puesto que nadie ha levantado la vista de las hojas ni ha hecho el menor intento de invitarlo a compartir el espacio de estudio. ¿Él deja de existir porque lo han ignorado? No ¿Puede seguir viviendo a pesar de que ahora alguien pretenda que no es más que aire? Sin duda. La memoria es algo social, no perjudica ni va en desmedro de la simple existencia. Pero a pesar de esta premisa tan básica y evidente… alguien que es ignorado por A, B, sus amigos, sus familiares o sus compañeros de trabajo ¿es la misma persona que antes? No. ¿Necesariamente nos define nuestra existencia social? En los meros aspectos biológicos, en lo absoluto, sin embargo no se puede hablar en los mismos términos. Quizás la palabra “paria” venga a la mente. Yo creo que es un proceso complejo y subjetivo en el que algo se muere y a veces no renace nada para llenar ese lugar.
Ocurren cosas similares con ciertos sentimientos. Estuve borrando para siempre algunas fotos a las cuales tenía un cierto apego y simpatía. La última vez que las miré antes de que desaparecieran de mi universo, noté mi sonrisa… era realmente feliz en esos momentos y se notaba ampliamente. A su vez, despertaban en mí sentimientos de añoranza, de tristeza y de pérdida ante esa felicidad extraviada. Delete. Los sentimientos ¿se fueron? No. Pero al hacer como si la foto nunca hubiese sido sacada, como si no hubiera existido, el dolor se aplaca y se va muriendo. Negar la existencia de algo, ignorarlo hasta que uno se convenza de que no pasó, puede lograr que las cosas perezcan, que se mueran las conexiones que nos hacen asociar una canción o una comida o un lugar con otro tiempo que fue mejor y ahora no lo es tanto. El negar puede matar las cosas y quizás también a las personas. La diferencia es que se necesita mucha negación a veces y no siempre se consigue en un tiempo breve.
Esta reflexión es meramente una futilidad. Hay extensos tratados, artículos y grandes etcéteras sobre la memoria y el olvido. Quiero notar simplemente que las grandes injusticias precisan ser recordadas constantemente ya que en caso contrario, es como si no hubieran ocurrido y se corre el riesgo de que se repitan (no más pienso en las Madres de Plaza de Mayo). Y en cuanto a todas estas cosas que han ocurrido y no quiero recordar y desearía que no existieran… voy a seguir negando. Capaz que algún día me lo puedo llegar a creer.