martes, 10 de noviembre de 2009

Entrada inexistente

Damnatio memoriae es lo que se practicaba en las culturas de las sociedades antiguas para borrar de la historia oficial a personas que habían caído en el descrédito popular, fueran gobernantes (mayormente), militares o todo aquel que había tenido la mala suerte de estar en el lugar equivocado en un momento inoportuno luego de haber hecho la cosa menos recomendable para hacer dadas las mismas circunstancias. Desde los egipcios hasta los romanos y, más acá del charco, los incas, esta práctica fue ampliamente utilizada, en mayor medida, por el estado, de acuerdo a las conveniencias de los reyes, emperadores, faraones y/o hijosdelosdioses de turno. Por lo tanto, miles de estatuas fueron derrumbadas, cientos de nombres, tachados de los libros de los historiadores e innumerables rastros de las existencias de estas personas poco favorables a la opinión popular, quemados, enterrados, desaparecidos. Los arqueólogos e investigadores saben que hubo o existió algo que se quiso omitir. A veces se sabe qué o quién fue, otras ocasiones se sospecha. La marca del olvido está, existe, por lo que la intención de que no perviviera lo anulado no se cumple… en parte.
Por supuesto que esta es una necesidad social. Y a manera más microcéntrica, creo que todos pasamos por personas y por períodos de nuestra vida que queremos olvidar y a su vez, podemos haber intentado ser olvidados por alguien más. Imagínense esto; alguien parado al lado de una mesa en la que hay tres sillas; dos con personas sentadas leyendo y una con mochilas. Piensen en que esa persona ha estado parada, digamos, una cantidad de tiempo suficiente como para dar a entender con esta actitud, que alguna de estas dos personas que, vamos a decirlo también, son conocidos y quizás hasta amigos, tenga la deferencia de apoyar las mochilas en el piso para que él pueda ocupar el lugar. Ahora imaginen a este personaje teniendo que desistir de su intento y sentarse en otro lado puesto que nadie ha levantado la vista de las hojas ni ha hecho el menor intento de invitarlo a compartir el espacio de estudio. ¿Él deja de existir porque lo han ignorado? No ¿Puede seguir viviendo a pesar de que ahora alguien pretenda que no es más que aire? Sin duda. La memoria es algo social, no perjudica ni va en desmedro de la simple existencia. Pero a pesar de esta premisa tan básica y evidente… alguien que es ignorado por A, B, sus amigos, sus familiares o sus compañeros de trabajo ¿es la misma persona que antes? No. ¿Necesariamente nos define nuestra existencia social? En los meros aspectos biológicos, en lo absoluto, sin embargo no se puede hablar en los mismos términos. Quizás la palabra “paria” venga a la mente. Yo creo que es un proceso complejo y subjetivo en el que algo se muere y a veces no renace nada para llenar ese lugar.
Ocurren cosas similares con ciertos sentimientos. Estuve borrando para siempre algunas fotos a las cuales tenía un cierto apego y simpatía. La última vez que las miré antes de que desaparecieran de mi universo, noté mi sonrisa… era realmente feliz en esos momentos y se notaba ampliamente. A su vez, despertaban en mí sentimientos de añoranza, de tristeza y de pérdida ante esa felicidad extraviada. Delete. Los sentimientos ¿se fueron? No. Pero al hacer como si la foto nunca hubiese sido sacada, como si no hubiera existido, el dolor se aplaca y se va muriendo. Negar la existencia de algo, ignorarlo hasta que uno se convenza de que no pasó, puede lograr que las cosas perezcan, que se mueran las conexiones que nos hacen asociar una canción o una comida o un lugar con otro tiempo que fue mejor y ahora no lo es tanto. El negar puede matar las cosas y quizás también a las personas. La diferencia es que se necesita mucha negación a veces y no siempre se consigue en un tiempo breve.
Esta reflexión es meramente una futilidad. Hay extensos tratados, artículos y grandes etcéteras sobre la memoria y el olvido. Quiero notar simplemente que las grandes injusticias precisan ser recordadas constantemente ya que en caso contrario, es como si no hubieran ocurrido y se corre el riesgo de que se repitan (no más pienso en las Madres de Plaza de Mayo). Y en cuanto a todas estas cosas que han ocurrido y no quiero recordar y desearía que no existieran… voy a seguir negando. Capaz que algún día me lo puedo llegar a creer.

1 comentario:

M dijo...

Con ciertos amigos tengo -desde hace mucho tiempo- algunos chistes internos en donde aludimos a la práctica de la damnatio memoriae, de manera de-so-pi-lan-te.

Lo curioso del caso es que sabíamos el concepto, mas no la denominación exacta de tal. Ya les comenté al respecto. Gracias por el aporte!

Esa descripción por lo de la mesa casi que semeja ser análoga al acertijo zen "¿Si un árbol se desploma en el medio del bosque, hace ruido?"
















































[...]
[Momento zen]
[...]

































































































Suficiente!
Je!
Dicha persona ignorada en la mesa, "víctima" de la situación, bien podría conciliarse con la praxis, y haber pedido lugar al instante, antes que cavilar innecesariamente en cavilaciones metafísicas superfluas. Así de simple.
Aplicable también al siguente considerando de "A; B; amigos; familiares" También se le puede sacar el jugo si no.

El deleteo de fotos: me resulta algo así como una especie de fetichismo interno. Aunque tampoco dañino. Mas bien extravagante. Mucha gente durante la infancia cree que tapándose la cara nadie de afuera lo ve, etc.


Negá si te place, disponés de esa libertad. También la de enfocarte en otras cuestiones que sean absolutamente diferentes, alternativas, viables.

He dicho.