sábado, 14 de marzo de 2009

Del otro lado del sistema

Cuantas cosas se vienen a la mente en el lapso de una hora. La primera cosa en la que pienso a la mañana bajo la luz de bajo consumo de la cocina mientras se calienta el agua de la pava para el matecocido es en el ruido de los colectivos a la misma hora. Me visto mientras espero los veinte minutos reglamentarios de la levotiroxina y mientras se enfría el desayuno. Maldigo el madrugón desde el primer momento en el que suena el celular a las 7.10 de la mañana, a veces más temprano, depende del turno que haga. Y sí, el café empezó a sentar mal así que hubo que reemplazarlo. Leo un poco el diario sólo para sentirme parte de otra cosa que no sea la librería y sólo distraigo la mente como por 10 minutos, lo que dura la taza y las masitas que me obligo a comer. El trayecto varía no porque tome distintas calles sino por los temas con los que discuto conmigo misma. Hasta ahora sólo logro hablarme de lo justo que estoy llegando y de lo feo que es este trabajo y el fastidio que me da tener que ir 15 minutos más temprano para limpiar pisos. Si es de mañana veo al nene que duerme en la puera del Banco francés; a veces tapado, otras mañanas sólo la cabeza.
Es cierto que la gente piensa que porque trabajás en una librería sos un gran intelectual pero la verdad que no hace falta saber quién es Edipo u Homero. Así que mis días transcurren en la extraordinaria chatura intelectual atrapada en un océano de tinta pero sedienta... libros que has de vender, déjalo de leer.
Ah... trabajás en una librería
Qué lindo trabajo
Mirá qué bueno verte acá
Se, harrrmoso. Porque se aprecia muchísimo el conocimiento que puedas tener cuando te piden el Patatín Patatán de primer grado y cuando se enteran el precio se enojan con vos porque hay inflación en el país.
Después volver a la noche, o al mediodía, qué importa, la diferencia sólo se ve en el sol. Siempre las mismas cosas, un anillo interminable. Sólo trabajar y dormir, porque te mata, ni siquiera tenés apetito a veces y algunos días te faltan hasta las ganas de bañarte sólo porque no querés estar parada. Malhumorada, cansada, hambrienta y hasta poco aseada, te levantás al día siguiente... descontando un día más de la semana, eterno, sin sentido, vacuo.