domingo, 14 de septiembre de 2008

La vida pasa mientras dormimos

Tous de allous anthropous lanthanei hokosa egerthentes poiusin, hokosper hokosa eudontes epilanthanontai.

"Al resto de los hombres les pasan desapercibidas cuantas cosas hacen despiertos del mismo modo que se olvidan de lo que hacen cuando duermen".

Heráclito. Fragmento 8. Sexto Empírico, Adversus Mathematicus, VII, 132.

El cansancio empieza por los hombros. Éstos se tensan y tienden a ir hacia abajo incapaces de mantenerse en una posición determinada, sólo víctimas de la gravedad. Luego todo se vuelve borroso y confuso. Los ojos parecen empañados con una suciedad, arenilla que molesta y hace que la tarea de mantenerlos abiertos sea más tediosa. La confusión se generaliza más todavía y uno tiende a perder la articulación junto con la conexión interna. Se hace casi imposible exteriorizar ideas concretas, el ser interior, initus, se aísla, los datos le llegan fragmentados y a su vez, se aguza la incapacidad para interactuar con el medio. El cuerpo anhela un lugar a salvo, un puerto para llegar y dejar pasar el estado de crisis, de falta de coherencia de los entes: el material y el espiritual (o mental, cerebral, psíquico... para quien sea más racionalista). La anarquía de los sentidos a este punto es intolerable, todo va muriendo lentamente, la luz foránea, los sonidos, las sensaciones. Y si bien dos cosas muy distintas son el dormir y el soñar, a veces se dan al mismo tiempo.
En ese lapso entonces, mientras no hay una interacción eficaz de los universos internos y externos más no sea por la leve sensación que permanece alerta, el mundo fluye, por supuesto, no se va a detener por nosotros. A cada minuto morimos un poco más, eso es sabido. Sin embargo quien se aparta de la vida de este modo está en el limbo; no sabe del futuro ni del pasado y su presente es la ensoñación o la falta de ella. Anda a tientas sin importarle comprender o sin siquiera saber qué tiene que comprender. Desarrolla su momento permanente.
Cuando despierta lo hace de manera gradual ya que no es inmediata su reinserción con el mundo. Ahí se da cuenta que en esas horas muchas cosas siguieron su curso en el cambio incontinente, mucha gente ha muerto, muchos imperios han caído. Pero lo que es peor, él ya tampoco es el mismo. Ha rozado peligrosamente los abismos de la nada y ha vuelto para repetir el proceso hasta el día de su muerte efectiva.
Pasamos, somos, seremos.
Y todo mientras dormimos...