martes, 2 de septiembre de 2008

Me pesa el día y la noche


No venía muy decidida a hacer algún tipo de entrada el día de hoy aunque tengo una prometida que pensé ayer. Sólo que el cansancio es más fuerte y menos productivo. No puedo dejar de inaugurar, sin embargo, el mes de septiembre pensando algunas cosas que no están del todo elaboradas (bah, "del todo", es lo que salga acá y ahora).
Ando con un ánimo bastante mejorcito al de costumbre dada mi reciente aprobada. Afortunadamente el final de ayer no me dejó ese extraño sabor de "todavía me quedan..." característico de mis dos últimas... no, de mis, quizás, cuatro últimas materias y no sé a qué se debió este cambio. El poder cursar este cuatrimestre y con todo lo que ello implica también resulta para mí un motivo más de alegría. Un par de simples cosas que me cortaron un poco la constante sensación de frustración e incertidumbre.
La gente cada vez me decepciona más pero estoy logrando al menos hablar ciertas cosas y vencer el miedo a las confrontaciones. Al final de las mismas sólo alcanzo sentirme mejor y renovar los lazos con aquel/la con la que estaba ofendida. De todas formas todavía me queda una más que temo bastante y para la que sigo juntando coraje.
Estoy logrando aceptar problemas míos internos y viendo otros que se me estaban pasando por alto. De todas maneras, sigo sin poder enfocar bien.
En estos días se está cumpliendo un mes del viaje al norte. Todo recorrido te permite cambiar un poco, volver distinta. Para mi desgracia, demasiadas cosas pasan siempre en estos abandonos momentáneos de mi hogar y siempre vuelvo con alguna idea medio extraña de lo que debería ser mi vida. El tiempo que tardo en volverme a levantar es prácticamente tiempo perdido. Por suerte, esta vuelta fue poco. Tengo una buena entrada en elaboración también al respecto de este viaje, al respecto de Dios y mi idea de él y sobre "Los ríos profundos" de Arguedas, libro que leo obligatoriamente pero que no pudo haber sido más oportuno. A veces el timing funciona (lástima que no lo haga en... digamos, otros aspectos).
Redescubrí el gusto por la lectura, la pasión por los libros, el refugio olvidado y la satisfacción de crear algo a partir de la palabra más no sea una pavada o una catarsis.
Lo bueno de estar ocupada al menos es no pensar, ocupar la cabeza con un montón de otras cosas, miles y miles de otras cosas. Hoy no tuve prácticamente respiro, terminé una cosa para pasar a otra, de aquí a allá, idas y vueltas hasta que finalmente conseguí sentarme en la compu a las 22.30hs. Es un escape a todo, entiendo bien eso, pero es mi anestesia. Necesito mucho ruido, necesitaba mucho ruido.
Sé que esta paz momentánea es sólo un descanso hasta la próxima crisis en la que nuevamente vuelva a pedir teléfonos y a quejarme constantemente y sin sentido. Sé que esto sólo me va a llevar a postergar lo que sé que debería hacer. Sé que es inevitable pero por el momento pretendo disfrutar de estas pequeñas vacaciones.

No hay comentarios: