sábado, 1 de octubre de 2011

El parto difícil

Hola, por fin te conozco. Eras esa creación mía, tan chiquitita y rudimentaria que surgió de algo minúsculo pero de gran valor. De a poco fuiste creciendo, te alimenté con lecturas y críticas, con teorías y así gestaste un largo tiempo. Una vez que me pareció suficiente la espera me atreví a determinar cuál iba a ser tu sexo y así empezaste a constituir tu incipiente carácter, tu forma, tu gracia. Me ocupé de moldearte parte por parte, esbozarte, pulirte, releerte, mi chiquita, tanto tanto como si fueras de porcelana y hubiera que tratarte con el máximo de los cuidados y cuidar al máximo el detalle. Luego, vino el dificultoso día de hacerte salir a este mundo. Contracciones y más contracciones. Complicaciones. Angustias, desesperaciones. Tu vida estuvo en peligro, es justo que lo sepas. Y bueno, ahora estoy aquí después de dos semanas de labor de parto, viendo cómo se asoma tu cabecita, entendiendo finalmente la forma que adquiriste, una forma completamente dispuesta por mí. Hoy por fin ya puedo ponerte un nombre, querida monografía. En efecto, te llamé "Una cuestión de principios" y de apellido te puse algo más largo todavía. Pero no podías llamarte de otra manera. Espero que seas muy feliz en tu vida y me proporciones un 10 para el Seminario LC de la orientación.

No hay comentarios: