lunes, 10 de noviembre de 2008

El clavo oxidado

Te aferraste a él siendo que estaba todo torcido y rasposo. Te aferraste, te aferraste, qué manera de aferrarte. Te lastimó las manos pero no te importó, seguiste aferrada. Te lastima, te sangran los dedos y las uñas. Tu vida es un cúmulo de clavos oxidados... imposibles de dejar y abandonar. Amor, trabajo, familia, clavos, clavos y más clavos. Incluso cuando tenés la oportunidad de pisar tierra firme y lo hacés, mirás para arriba a esos clavitos que quedaron naranjitas y chuecos y te preguntás qué habrá pasado y por qué se pusieron así. Clavos, clavos y más clavos, todo en tu vida es un clavo que por alguna razón extraña y retorcida no querés dejar en paz. ¿Te encanta la repetición? El clavo está oxidado Ire, ya es tiempo de dejarlo ahí.






con esto cierro la serie de los clavos

espero que para siempre



post scriptum: entrada ajena al mes temático pero a algunos temas les urge la conclusión necesaria.

No hay comentarios: