lunes, 27 de octubre de 2008

Taza, taza, cada uno a su casa.

No. No hablo de esas tazas por las que todo el mundo está tan preocupado últimamente. No hablo de que mi madre quisiera que con mis escasos ahorros comprara dólares. Me refiero a las tazas, esas que sirven para tomar la leche, las que te ofician de vaso cuando ya no tenés más y hasta aludo a esas que se rompen por cualquier cosa, las más berretas y desvencijadas. Tazas en el sentido literal de la palabra.
Hace... creo que dos semanas tomando el matecocido me detuve a pensar. Lo que estoy perdiendo en mi vida es la falta de tazas... ¡Por supuesto! cómo no me dí cuenta antes. ¿Qué sería de mí en un futuro sin tazas?... nada, probablemente, creo que la ausencia de tazas no es lo que más me preocupa si estoy en la calle sin un techo que me cubra el marote. No es el razonamiento más cuerdo de mi existencia si ustedes lo siguen leyendo con el prejuicio que sé que están teniendo en este preciso momento. Basta, paren acá. Recomencemos.
No es que sea un elemento sine qua non para seguir viviendo mi triste y torpe existencia. Sólo quiero celebrar el hecho de que gracias a las tazas estoy concibiendo mi futuro. ¿Y cómo es eso? Bien, se los demostraré en un diálogo:

A: Sabés qué necesitamos para poder independizarnos

B:Qué

A:Tazas

B:Tazas?

A:Tazas...

B:Ah, no, si sos flor de pelotuda vos...

No dudo que B no tuviera razón. Pero como ustedes, tardó en detenerse a contemplar lo simple de mi argumentación. Estamos en octubre, casi finales. Me están entrando unas ganas cada vez más inmediatas de tener mi espacio, de poder salir de este atascadero de paredes y gris. Luego de este fin de semana de 4 días sin ir a Bahía y agraviado por noche de sábado en lo de B que me hizo imaginarme como sería nuestra vida como roomys... hoy retomó su tarea agobiante mi viejo instigador: El malhumor. Ante esta realidad a la cual sólo escapo dormida (y a veces ni aún ahí, el domingo soñé que mi hermano tenía un muñón en la mano derecha) ese día que reflexioné sobre las tazas me dije que necesitaba tener una confirmación certera de que todo acabaría pronto. Dos posibles confirmaciones, a todo esto, pueden ser, una pistola con una sola bala (o... muchas balas dependiendo de si me decido por el suicidio o el familicidio), o bien un indicio, un símbolo, un algo que me diga "Acabás de dar el primer paso a tu independencia... sentite orgullosa". Por supuesto, B, luego de comerse mi tremenda explicación me volvió a decir que era una pelotuda ya que lo que primero necesitamos es una foto mural de nosotras dos enmarcada, autografiada y con cara de tremendas perras. Luego dijo que en vez de las tazas lo que antes necesitábamos era...

A:Un trab...

B:llavero

Ahí le dije yo a ella pelotuda.
Y el tema de las tazas quedó como el tema fundacional a partir del cual ya nos hacíamos problema de si íbamos a tener o no un gato, si necesitábamos wi fi o banda ancha y hasta si podíamos compartir los machos (una de estas opciones puede que todavía no se haya discutido in extenso). Pero, mi mente, necesariamente quedó congelada con el jarrito, todavía ideal, sin pensar concretamente en algún dibujo o patrón, algo todavía tan burdo, lejano y estéril quizás.
Falta, lo sé, lo más importante.
Hoy, sin embargo, más que nada me hizo falta una buena taza para poder tomar mi mate cocido de la tarde mientras daba clases particulares.

1 comentario:

Syan dijo...

sigo sosteniendo lo del llavero es mas como una insignia

ya nos vamos a comprar las tazas, dos, porq no vamos a recibir visitas.

ahora, vivamos sin credito si?