martes, 30 de agosto de 2011

To kiss and tell

La victoria es relativa pero la derrota es siempre absoluta.

Es infinitamente gracioso. Uno va por la vida quejándose por esto, por lo otro, por aquello, porque todo está mal, porque nunca se le da una. ¿Y qué pasa cuando una se da? Y no una pequeña, me refiero a UNA, a UNA de esas para recordar, UNA que a una (misma) la va a dejar bien parada y sin necesidad de quejarse para el resto de su vida. Si, esa UNA. ¿Qué pasa?... una (misma) empieza a buscar excusas.

Y pero fue suerte (bueno, ponele, pero igual, quedaste bien parada)

Y pero fue injusto para los demás (si, de acuerdo, pero te benefició)

Y pero y ahora? cómo se equilibra el universo? (bueno, si, ya empezamos a rondar la estratósfera de la pelotudez atómica)

Y pero cuál es mi aporte a la sociedad? (ok, mejor ya no acoto)

Principalmente porque una (misma) no puede dejar de hacerse la cabeza por absolutamente todo, también se siente culpable cuando le pasan cosas buenas y no cree haberlas merecido. Y es así que en los mails, en vez de poner de asunto "Me gané la beca" una (misma) pone "Me dieron la beca" tentada a agregar "... casi de culo y 100% de lástima, es más, intentemos que no se den cuenta de su craso error". Es que una (misma) vivió toda su vida teniendo una idea bastante pobre de sí. Supongo yo que es por eso que necesita tantos justificativos.
De todas formas, lo que a una (misma) le entró a joder más, merecimiento aparte, fue el hecho de tener que abandonar su "tareaparamejorarelmundo" del momento. Y si, vio? una (misma) tiene una consciencia un tanto perturbada y paranoica por lo tanto se cree que el país se va a ir a la mierda si deja de dar clases 4hs por semana en una escuela periférica. Noticia de último momento para una (misma): EL PAÍS YA ESTÁ EN LA MIERDA. Y yo sé que una (misma) cree fervientemente que hace la diferencia por más poquito que haga pero el renunciar a una beca para arrojada e irreflexivamente hacer un acto de heroísmo patriótico por $600 al mes ya roza el borde de la más recalcitrante pelotudez endémica y permanente.
Todas estas cosas pensaba una (misma) yendo a renunciar a la escuela el viernes a la mañana. Se puso a reflexionar sobre el heroísmo. De hecho: ¿qué es el heroísmo? pregunto yo al lector prudente. ¿San Martín, Belgrano, un bombero, un ama de casa, un científico, Superman? ¿Existen los héroes? Yo supongo que no, al menos no el héroe con mayúscula ya que debe ser desinteresado y aquí todos buscamos la trascendencia y la gloria, el vano reconocimiento.

Yo crucé los Andes

Yo liberé al planeta de Lex Luthor

Yo renuncié a una beca para darles clases, para que sigan tirando cohetes adentro del aula, para que sigan siendo insoportables y no aprendan nada.

No, no, nunca fui de las que alardearan sus razones de hacer las cosas. No es falsa modestia, es consciencia insoportable y desvariante. Además, ni que ellos fueran a reconocer el gran gesto que hubiese implicado.... no, sinceramente, tampoco lo pensé de manera seria mucho tiempo seguido. Ir a esa escuela me implicaba un stress pre y post traumático tremendo. Pero la reflexión sí surgió y sí me queda todavía en la cabeza. El país, está claro, necesita más héroes, más de los que YA tiene y existen. Esos que todos los días hacen la mínima diferencia y no dicen nada, como caballerosamente en las cuestiones amorosas... besan y no cuentan.

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