Muchas veces ya he ido a Buenos Aires. Creo que todas ellas fueron para probarme a mí y al resto de la gente que yo soy, que yo puedo y, más que nada, que no necesito a nadie para ayudarme a hacer lo que ya hago sola. Muchas de estas veces, los aprendizajes se quedaron olvidados en el camino, exterminados por una cotidianeidad filosa y oxidada. Será que estaré condenada a repetir indefinidamente este aprendizaje como un eterno retorno que se reinaugura cada vez que me bajo en Retiro. Y al volver, la rutina pareciera un Leteo que me sume en un gran sueño del que no puedo despegar. Sólo me quedan las marcas físicas, los rastros, los aromas impregnados en la ropa. Sólo me queda luchar contra el fantasma olfativo al cual confundo con lo real, siendo éste, solamente, una sombra bastante paliducha.
Efectos del Turismo sobre los Ambientes Acuáticos.
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* INTRODUCCIÓN*
Los viajes han existido siempre. Pueblos y personas se han desplazado de su
lugar de origen desde tiempos remotos por los más diversos moti...
Hace 8 años
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