miércoles, 26 de noviembre de 2008

De mi mayor consideración; déjeme de romper las pelotas.

De mi mayo consideración:

Escribo a usted esta doliente misiva puesto que he notado que últimamente soy objeto de sus encarnizadas observaciones, malhumorados berrinches e injustificados gritos. He notado también que usted no ha notado todo el esfuerzo que estoy haciendo últimamente por sobrevivir a mi vida puesto que hoy al almuerzo usted preguntó:

Ah ya te habías dormido?

Por supuesto que YA me había dormido, que usted estaba de prestada en mi pieza y metió quilombo tras quilombo haciendo que me despertara (realmente le reconozco el esfuerzo puesto que ni las sirenas de los bomberos al lado mío logran hacerlo últimamente). Que no lo haya notado no significa que no estuviera cercana a un sueño placentero (o al menos no-realidad), único lugar en el que últimamente me siento no tan mal.
Dése cuenta al mismo tiempo que usted no es la única que tiene problemas y que enfocarse constantemente en las nimiedades cotidianas para hacer una y otra vez un mundo de cada pavada no me ayuda en absoluto. Concientícese de que el hecho de que usted me venga a reclamar idioteces de la más variada índole mientras estoy trabajando (mal o bien del único trabajo que tengo) no me ayuda.
Entienda que su conducta completamente obsesiva me está rompiendo soberanamente las pelotas. No hablemos de la yerba de hoy, me veré en la obligación de recordarle cómo y cuándo la encuentro a usted derrochando otros tan variados recursos de la casa y economía doméstica. Pero usted no lo entenderá y se escudará detrás de los gritos... único recurso que posee para creer que tiene la razón, sígalo pensando así...
simplemente a mí
déjeme de romper las pelotas.

Atte, su hija.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Todo tiempo pasado fue...

Pareciera como si siempre repitiera lo mismo pero algo me marco a los 17 años. Qué sabemos a esa edad... pss, nada, nada de nada de la nada más absoluta. Más yo, casi criada en una burbuja de gases lacrimógenos nocivos para la salud mental. Por ese tiempo, leí "El túnel". Qué lo parió, siempre fui una persona optimista y últimamente estoy sumida en depresión tras depresión, sin contar los ataques de pánico. ¿Es que no puede parar de pensar y maquinar mi cerebro?. Así que yo pensaba que... mi vida, después de todo, no podía ser tan mala como la gente se empecinaba en señalármelo. Es por esta razón que me impactó tanto el fragmento con el que comienza Sábato su texto. Pasaron los años y la reflexión sesuda de Juan Pablo Castel quedó en mi cabeza. Creo que es debido a que yo pensaba lo mismo que él.

Todo tiempo pasado fue mejor

No, no, no. Mirá, antes se decía: La mujer tiene que estar en la casa y criar a los hijos. Se decía hay que matar a los putos porque son diferentes. Antes se decía proceso al genocidio y progreso al colonialismo.
*Ahora todos se amontonan y nadie se casa.
Ahora todos tienen tatuajes y en unos años nadie va a poder donar sangre.*
Ahora se viola, se mata, se, se, se, se, se...
Con qué facilidad se tiende a olvidar la desgracia, el hambre, la intolerancia, la pobreza.
Y es cierto, no estamos en un lecho de rosas ni mucho menos... pero antes, ha! Antes!! Antes los caballos cagaban bosta perfumada!!!. Ni se te ocurra pensar en lo mal que se la pasaba Antes si todos nuestros viejos y nuestros abuelos NO necesitaron terapia psicológica y mirá qué bien que están.
O sea, me permito la siguiente aclaración.
El hecho de que el pasado sea inaccesible y por lo tanto nos plantee una jugosa utopía precisamente por esta característica intrínseca, no significa que haya sido tan bueno como nuestras cabezas lo recuerdan.
Me permito corregir la frase; Todo tiempo pasado fue...
y con esto, me gustaría retirarme a disponer de mi presente y planificar para mi futuro sin olvidar lo que fui pero sin que la sombra de las Irenes anteriores me opaque el sol.


A continuación, los dejo con tres citas sobre este tema que encontré en la literatura argentina curiosamente con una diferencia de escasos meses (entre las dos que no son de Sábato).

La frase "todo tiempo pasado fue mejor" no indica que antes sucedieran menos cosas malas, sino que –felizmente- la gente las echan en el olvido. Desde luego, semejante frase no tiene validez universal; yo, por ejemplo, me caracterizo por recordar preferentemente los hechos malos y, así, casi podría decir que "todo tiempo pasado fue peor", si no fuera porque el presente me parece tan horrible como el pasado; recuerdo tantas calamidades, tantos rostros cínicos y crueles, tantas malas acciones, que la memoria es para mí como la temerosa luz que alumbra un sórdido museo de la vergüenza.
Ernesto Sábato, "El túnel".

Y así es la vida, quejarse siempre de lo que fue.
Roberto Arlt, "El juguete rabioso".

Callaron nuevamente. Las dos encontraron para ese interrogante una respuesta. La misma: sí, el pasado había sido mejor porque entonces ambas creían en el amor. Al silencio siguió el silencio.
Manuel Puig. "Boquitas pintadas".

*Agradezco este par de frases a la amiga de mi madre quien en una tensa charla conmigo "para romper el hielo" hizo las acotaciones más características y estereotipadas para su edad como:
"No sé qué hacían esas viejas en el baile sin los maridos, bailando y gritando como locas"
"Cantaba línea cada dos por tres pero nunca saco nada"
"¿Vos Irene tenés tatuajes?"
"En la cuadra donde viven ustedes tus papás son los únicos casados, ¡Qué desfachatez!"
Gracias Elvirita... sos el sueño de tus años!!!

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Snapshots, fragmentos, sobre todo lo que me acuerdo de nos

1.Toy tirado durmiendo una siestita, me gustaría que estés acá, jaja, i
2.n.No hago +k pensar en vos. No me molesta q me escribas, todo lo con
3.trario, me encanta que pienses en mí y me lo hagas saber. Te quiero, besotón
4.es (de todo tipo, en todo lugar y a toda hora) ja
5.Qué siestita que sería! Acá tbn hace calor, está re pesado. Te quiero un montó

Vainilla al óreo...
Vainilla al óreo?
Sí, la primera vez que la vainilla sirve para algo. Estaba peleada con la vainilla... ahora, me como el helado de vainilla al óreo. (incertidumbre).

Este es nuestro clima. Llegaste vos y se largó a llover. Este viento de mierda. Siempre hace este calor? Tenés frío? no... sí, no me traje abrigo. Nos vamos a morir todos. Es nuestro clima, así, de mierda.

Jacarandá... un jazmín floreció hoy... prematuro.

Tengo miedo
Voy a estar siempre
tengo miedo
no hay vuelta atrás
la cagada está hecha
yo ya estoy lista
cuando te des cuenta voy a sufrir
no te des cuenta nunca
estamos lejos, vos estás lejos, no vos tampoco vivís en el centro ni cerca de la uni... empate?
Empate...

Chongo, novio, candidato, gavilán, pretendiente, festejante
no quiero etiquetas
sos vos
tengo un Néstor
vos me tenés a mí y ya... ya estoy al horno.


pd. abstenerse de comentarios como "está enamorada", "hay qué tierna" o etc etc etc de esos comentarios de ese estilo...............¬¬

lunes, 17 de noviembre de 2008

Carpe Diem. Horacio.

Tu ne quaesieris (scire nefas) quem mihi, quem tibi fienm di dederint, Leuconoe, nec Babilonios temptaris numeros. Ut melius quicquid erit pati!
Seu pluris hiemes seu tribuit Iuppiter ultimam, quae nunc oppositis debilitat pumicibus mare Tyrrenum, sapias, vina liques et spatio brevi spem longam reseces. Dum loquimur, fugerit invida aetas: carpe diem, quam minimum credula postero.


No busques el final que a ti o a mí nos tienen reservado los dioses (que por otra parte es sacrilegio saberlo), oh Leuconoé, y no te dediques a investigar los cálculos de los astrólogos babilonios. ¡Vale más sufrir lo que sea! Puede ser que Júpiter te conceda varios inviernos, o puede ser que éste, que ahora golpea al mar Tirreno contra las rocas de los acantilados, sea el último; pero tú has de ser sabia, y, mientras, filtra el vino y olvídate del breve tiempo que queda amparándote en la larga esperanza. Mientras estamos hablando, he aquí que el tiempo, envidioso, se nos escapa: aprovecha el día de hoy, y no pongas de ninguna manera tu fe ni tu esperanza en el día de mañana.

martes, 11 de noviembre de 2008

Jacarandá

Tengo contadas las tres veces que me lo dijiste (una por una).
Algún día voy a perder la cuenta, mientras tanto,
atesoro en mí esas tres veces que me lo dijiste.

lunes, 10 de noviembre de 2008

El clavo oxidado

Te aferraste a él siendo que estaba todo torcido y rasposo. Te aferraste, te aferraste, qué manera de aferrarte. Te lastimó las manos pero no te importó, seguiste aferrada. Te lastima, te sangran los dedos y las uñas. Tu vida es un cúmulo de clavos oxidados... imposibles de dejar y abandonar. Amor, trabajo, familia, clavos, clavos y más clavos. Incluso cuando tenés la oportunidad de pisar tierra firme y lo hacés, mirás para arriba a esos clavitos que quedaron naranjitas y chuecos y te preguntás qué habrá pasado y por qué se pusieron así. Clavos, clavos y más clavos, todo en tu vida es un clavo que por alguna razón extraña y retorcida no querés dejar en paz. ¿Te encanta la repetición? El clavo está oxidado Ire, ya es tiempo de dejarlo ahí.






con esto cierro la serie de los clavos

espero que para siempre



post scriptum: entrada ajena al mes temático pero a algunos temas les urge la conclusión necesaria.

domingo, 9 de noviembre de 2008

11

Si hubiera sospechado lo que se oye después de muerto, no me suicido.

Apenas se desvanece la musiquita que nos echó a perder los últimos momentos y cerramos los ojos para dormir la eternidad, empiezan las discusiones y las escenas de familia.

¡Qué desconocimiento de las formas! ¡Qué carencia absoluta de compostura! ¡Qué ignorancia de lo que es bien morir!

Ni un conventillo de calabreses malcasados, en plena catástrofe conyugal, daría una noción aproximada de las bataholas que se producen a cada instante.

Mientras algún vecino patalea dentro de su cajón, los de al lado se insultan como carreros, y al mismo tiempo que resuena un estruendo a mudanza, se oyen las carcajadas de los que habitan en la tumba de enfrente.

Cualquier cadáver se considera con el derecho de manifestar a gritos los deseos que había logrado reprimir durante toda su existencia de ciudadano, y no contento con enterarnos de sus mezquindades, de sus infamias, a los cinco minutos de hallarnos instalados en nuestro nicho, nos interioriza de lo que opinan sobre nosotros todos los habitantes del cementerio.

De nada sirve que nos tapemos las orejas. Los comentarios, las risitas irónicas, los cascotes que caen de no se sabe dónde, nos atormentan en tal forma los minutos del día y del insomnio, que nos dan ganas de suicidarnos nuevamente.

Aunque parezca mentira —esas humillaciones— ese continuo estruendo resulta mil veces preferible a los momentos de calma y de silencio.

Por lo común, éstos sobrevienen con una brusquedad de síncope. De pronto, sin el menor indicio, caemos en el vacío. Imposible asirse a alguna cosa, encontrar una asperosidad a que aferrarse. La caída no tiene término. El silencio hace sonar su diapasón. La atmósfera se rarifica cada vez más, y el menor ruidito: una uña, un cartílago que se cae, la falange de un dedo que se desprende, retumba, se amplifica, choca y rebota en los obstáculos que encuentra, se amalgama con todos los ecos que persisten; y cuando parece que ya se va a extinguir, y cerramos los ojos despacito para que no se oiga ni el roce de nuestros párpados, resuena un nuevo ruido que nos espanta el sueño para siempre.

¡Ah, si yo hubiera sabido que la muerte es un país donde no se puede vivir!

Oliverio Girondo

Espantapájaros 11

sábado, 8 de noviembre de 2008

La muerte debiera llegar en invierno...

Eros y Tánatos van siempre de la mano

No paniquees
Vos no entrés en pánico
¿Cuándo me ves en pánico a mí?
Todo el tiempo.
Caramba, si no estoy en pánico, estoy tranquila, me siento bien. Bien pero cansada. Bien pero triste. Bien, bien, tranquila. ¿Cómo estás? Bien, estoy bien, estoy tranquila... mmmm... ¿por qué estoy tranquila? No tengo motivos para estar tranquila, el agua me llega al cuello pero de alguna manera logré acostumbrarme. Me siento mal por estar bien. Tengo culpa por estar tranquila. Debería estar intranquila y sentirme mal, mal, muy mal, preocuparme mucho. Entro en pánico, sí, pero tranquila.
No quiero que cambies nada, me dijo, quiero que seas como sos, me dijo. ¿Por qué lo racionalizás todo? me dijo, deberías estar contenta, me dijo. ¿Qué es esto? me dijo ¿estás asustada? me dijo. Tengo miedo, les dije, tengo ganas de salir corriendo, les dije. La salida no es el escape, me dijo, uno no se corta una pierna porque no trote bien, me dijo. Tengo algo en la garganta, un nudo, les dije, no puedo hablar, las palabras no salen, les dije. Escapar es lo más fácil, supongo, que es, además, lo que siempre hago, supongo. Dejá de proyectar, me dijo, esta es una buena oportunidad, me dijo. Me fui tranquila, entré en pánico, pero tranquila.
Los días están demasiado lindos, no se debería pensar en la muerte en noviembre. El aire tiene olor a playa y no me imagino peor lugar para estar triste que frente al mar. La muerte debiera llegar siempre en invierno porque no puedo concebir esta ambigüedad de que haya tanto sol y, sin embargo, adentro esté tan oscuro. Estoy en pánico, sí, en pánico... pero tranquila.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Ud se va a morir.

Efectivamente, usted se va a morir. No sirve ya de nada que lo niegue, se va a morir. Qué le importa al destino si usted es todavía joven y lozano o si no cumplió con el propósito de su vida. Qué le importa si tan sólo hace tres meses la conoció a ella pero pudo decirle lo que sentía hace menos de una semana. Usted se va a morir y no hay con qué darle.
Usted se sintió mal, recuerde. Se sintió mal y le llamó la atención porque fue de tener una salud excelente toda su vida que aún no alcanza los treinta años. Sí, usted es joven todavía pero recuerde que su padre y abuelo fallecieron siendo unos escasos años mayores que usted. Recuerde que se sintió mal y vomitó... estuvo vomitando como una semana seguida. Recuerde que le echó la culpa a lo que había comido. Recuerde que fue a hacerse un control y recuerde la cara del médico, la expresión al ver su historial y sus síntomas. En ese momento dejó de parecerle una nimiedad, ¿no es cierto?. En ese momento comenzó a creer en la posibilidad de morirse y le dio miedo, se le ató un nudo en el estómago. Recuerde la prueba de sangre, la ecografía, recuérdelo. Usted vivió con el corazón en la boca esos momentos.
Recuerde que se levantó, en lo sucesivo, preocupado por la posibilidad... ¡lo bien que hizo porque se iba a morir! Recuerde también la acidez constante de saberse un cadáver caminante. Eso no fue tan saludable, ¿no es cierto?
Recuerde la noche que salió con sus amigos que no sabían nada de nada. Ellos festejando y usted con la certeza de que se iba a morir. Apartado en un rincón con una copa en la mano y la mirada desahuciada. Sin embargo ella lo miraba con insistencia. Le devolvió la mirada y fue casi inmediato... dejó de pensar en que se moría.
Pasó estos últimos tres meses olvidado ya de su antiguo dolor. Ella era lo único que ocupaba su memoria, sus horas, su trabajo, sus días, sus noches, sus insomnios. Ella era todo. Recuerde estos pasados tres meses y recuerde que fueron casi idílicos. Recuerde su primer beso tan cargado de posibilidades y de vida... sí, vida. Cargado de la vida que a usted le viene escaseando. Recuerde cuando recordó que estaba muriendo a pesar de que se sentía bien y recuerde su mirada. Recuerde lo que ella le dijo y que usted le contestó que no era nada. Recuerde cómo volvió a olvidar que la arena del reloj estaba terminándosele.
Recuerde esta mañana, sí, esta mañana, después del desayuno, después del diario, la salida al trabajo. El sobre por debajo de la puerta Laboratorio de análisis.... paciente... los resultados. Tardaron, es cierto, excesivamente, usted ya se sentía vivo de nuevo. Las huelgas, es cierto, las huelgas se habían extendido. Usted se había desinteresado también no yéndolos a buscar, es cierto, tardaron mucho, es cierto. Usted comenzó a sentir desde esta mañana nuevamente el dolor punzante pero ahora junto al recuerdo de ella. Usted comenzó a recordar la muerte con el sobre en la mano, sin animarse a abrirlo, a saber nada con él. Usted lo metió en el bolsillo. Usted se prenguntó cuánto más fácil sería que le llegara un mail con esas cosas para matar la incertidumbre: Asunto: Usted se va a morir Contenido: sí, usted se va a morir, lo decía en el asunto, qué no sabe leer usted?. Usted sacó y apretó el sobre arrugándolo, torciéndolo, usted se detuvo. Usted no quería saber, usted sólo quería vivir. Usted sólo quería verla a ella. Usted no quería romper esa magia de los primeros días de un amor tan grande. Usted puso el sobre en el bolsillo y salió a trabajar.
Desde el trabajo, recuerde usted, cómo llamó al doctor, con qué voz cortada y casi pusilánime le avisó que tenía los resultados. Usted se va a morir, no lo olvide, pero siga recordando. Usted pasó el resto de la jornada laboral con la mirada perdida en la pared y los llamados que se agolpaban en el contestador. Usted era demasiado joven para morir y la quería a ella demasiado para no tener su oportunidad. Usted se largó a llorar, lloró y lloró y todo el que le preguntaba no obtenía más que balbuceos de usted. Usted se dijo que la muerte no tenía nada de digno, nada de amable o alegre, nada de nada, la muerte no le ofrecía ningún prospecto alentador. Usted salió de su oficina e ignoró deliberadamente los llamados de ella. Usted no podía enfrentarla, verla, usted no era funcional a la vida, no, ya no más. Usted había vuelto a ser un cadáver.
Y ahora, frente al consultorio del doctor con el sobre en el bolsillo. Usted se va a morir y lo toca, lo toca con la punta de los dedos nerviosamente con un sudor frío recorriéndolo todo entero, de pies a cabeza a boca a manos a pies. Usted ha decidido que es difícil enfrentarse con el hecho de que se está muriendo. Si sólo lo hubiera tomado con más naturalidad pero esto le resultaba fatal, insostenible, insojuzgable. Usted se iba a morir y nadie lo evitaría.
Usted oye la voz de la secretaria a través de la puerta. Usted se para nervioso, se adelanta, tropieza primero con el revistero y debe juntar las revistar que se deslizaron fuera. Tartamudea un sí, soy yo mientras se pone de pie nuevamente. Usted se va a morir y qué manera de perder tiempo siendo tan torpe. Usted saca el sobre del bolsillo, atraviesa el umbral... como un zombie, como un muerto. Usted se va a morir. Usted se sienta frente al doctor y le entrega los papeles. El doctor abre el sobre y usted se va a morir... el doctor lee las letras... el doctor lee... usted se va a morir... usted sabe que se va a morir.

martes, 4 de noviembre de 2008

Nuevo mes temático

Y ha llegado noviembre, así medio jodido, medio artrítico y artósico, atravesado por bastantes lecturas girondianas así que quizás repercutan un poco en esto último que estoy escribiendo.
Ha llegado también cargado de señales -y en esto puede que haya una influencia de mi padre adoptivo, digo, lo de ver que todo está conectado-. Por lo tanto voy a dejarme llevar un poco y además porque descubrí que es un buen tema. Noviembre estará dedicado a la muerte. Pero no esa muerte fea, triste y melancólica; el canto a la vida, las pasiones elegíacas, el carpe diem... hay mucho más detrás de esa máscara. Y si, "La muerte de Artemio Cruz", mi bien amado Horacio, el antedicho Girondo también... todo, todo me deja reflexionando, más allá del pajero halloween, más allá de la morbosidad de la gente, más allá de que voy a mencionar, seguramente a mi amiga Luciana, futura entomóloga forense. Noviembre estará consagrado a los dioses manes aunque ya haya publicado mi epitafio anteriormente en el mes clásico.
Y sí... cerremos con una frase que me dijeron hoy

Quiero que seas el clavo de mi ataúd

Y a mí me pareció romántico... seré normal?